Hace años éramos adictos a los miedos,
no soportábamos la oscuridad,
yo temía mojar la cama
y descubrirlo por la mañana.
Cuando era pequeña temía a los monstruos:
el de debajo de la cama,
el que colgaba de la silla,
el abrigo que me observaba.
Me apagaban las luces y salía corriendo,
me ponía a llorar
y temblaba de miedo.
Pero ahora... he crecido tanto,
me apagas la luz y tiemblo
de ganas de tenerte al lado.
El monstruo ahora vive dentro,
a veces se mete en mi cama,
me hace enloquecer,
no le tengo miedo,
ahora me da placer.
No temo a la oscuridad
porque ahora me acompañas.
Ahora mojo las sábanas
y me despierto ocupada,
con la mano entre las piernas,
con la boca entreabierta
y contigo
enredada.
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