domingo, 25 de mayo de 2014

Crash





'No todas las ojeras están hechas de madrugadas' 
el otro día se lo decía a Miriam, mientras hablábamos sobre poesía y estados anímicos que sufren mucha anemia. 

Siempre he pensado que escribir es abrirte en canal, sacar todo hacia afuera, hacer una autopsia a tus sentimientos. Y antes de ayer recordé que se me ha olvidado escribir, que hace mucho que no lo hago, que esto que leéis es solo un conjunto de letras con un poquito de coherencia porque lo que es cohesión, está falto. 

Lo más noble que puedo decir es que sé que algún día volveré, sé que volveréis a tacharme de poeta sin serlo, pero sin dejar de ser; me aplaudiréis felicitandome por un rima que no es leyenda pero tiene mucho de Bécquer; y sonreiréis y me haréis más feliz por cada abrazo que en la vida real es el "me gusta" más sincero que conozco.

Ahora todo se ha llenado de madrugadas y amaneceres, ha vuelto el miedo con su careta de barro. Y se me ha deshecho en la cara. Mi baile nupcial con palabras que no acaban, sino bostezos en metros a las ocho de la mañana. Ante minutos de espera de una canción en replay, es decir interminable, cerca de personas que únicamente me ofrecen una satisfacción exterior finjida. 

no sé como caminar, no sé qué hacer, no sé, odio no saber. 

pero la autodestrucción como método de avance está de putisima madre.

volveré lo prometo. 










domingo, 18 de mayo de 2014

Me has hecho primavera

Me has deshojado entera
en esta batalla de te quieros,
y me han crecido nuevas hojas, 
me has renovado desde dentro.

Me has hecho un sitio en el año,
me has florecido el invierno.
Me envidian las amapolas,
dicen que les he quitado su hueco.

Me he dejado ganar, 
me han vencido tus besos,
me he tirado al suelo,
he echado raíces
y me han crecido pétalos.

Me ha mecido tu brisa,
eres mi soplo de aire fresco.
Me ha regado tu risa, 
mis flores han ido creciendo.

Me has convertido entera
en una estación del año,
me has llenado de colores:


















miércoles, 14 de mayo de 2014

Oda a la primavera número 435

He visto las flores más bonitas de Madrid
querer morirse por un beso tuyo.
Las vi marchitarse una tarde de abril
en aquel remoto día uno.
Las flores eran tan suaves como los senos
de una púbere absorta.
Ahora su olor queda muy lejos
y me trae recuerdos a la memoria.
He visto las flores más bonitas de Madrid
querer morirse por tu mirada.
Las vi secarse como si fuera junio
mas sin embargo no era verano.
Ahora su aroma se ha marchado
y el aire que respiro me llena de oxígeno.
He visto las flores más bonitas de Madrid
querer morirse por un beso tuyo.
He visto cómo te marchabas por la puerta
sin decir adiós a tu ramo de flores.
Te he visto abandonarte en tu hoguera
e irte sin aprovechar tus dones.

martes, 6 de mayo de 2014

Azul

Eran las 16:24 cuando entablé conversación con el hombre del metro. Vestía pantalones chinos azul marino con un claro desgaste, un polo rojo deportivo y unos zapatos viejos de color negro que parecían haber sido elegantes en su día. Su pelo era blanquecino, aunque tenía más bien poco. Por su parte, en su expresión había cierto aire de enfado, asco y sorpresa. Antes de que molestarle hablándole se encontraba haciendo un pasatiempo en una revista de las que incluyen sopas de letras y sudokus. Al tener el cuaderno cerca de la cara, se podían ver sus manos que eran asombrosamente juveniles. Sin embargo, sus uñas eran amarillentas y carcomidas. A su lado llevaba un carro con cajas de madera, atadas a éste mediante una cuerda verde. Cuando menos me lo esperaba, pegó un grito al aire:

- ¡Joder! ¿Esto qué es?- Y siguió resolviendo el autodefinido.

Cada vez se subía más gente al metro. A mi lado izquierdo tenía una mujer que llevaba un cuaderno semejante al del señor del metro. También había una mujer con los ojos vidriosos, otra que miraba el móvil y una mujer mayor a la que no cedí el asiento. Otra mujer me miraba quisquillosa. Sus ojos eran bonitos, de un tono verdoso profundo. No sé por qué me miraría, pero yo empecé a imaginarme su vida. De hecho, empecé a imaginarme la vida de todas las personas de mi vagón. Imaginaba que la mujer de los ojos vidriosos lloraba por dentro, asqueada por su trabajo. Seguro que tenía hijos y un marido al que no quería. Por su parte, la mujer que resolvía sudokus a mi lado era una ejecutiva de bajo standing que tenía que viajar en transporte público para llegar a fin de mes. La chica que miraba el móvil estaba discutiendo con su pareja. Estoy seguro. Y la mujer que me miraba veía en mi un parecido con un familiar. Seguro que ella también empezó a imaginar mi vida.

Sin embargo, del hombre del metro con el que entablé conversación no me hizo falta imaginar su vida, pues ya la conocía. El hombre del metro con el que entablé conversación era un fantasma. Sí, eso es, no podía ser otra cosa. Yo lo sabía. Nada más verle lo supe. Su vida diaria consistía en asustar niños, en ahuyentar los habitantes de las casas, en definitiva, hacer todo lo que hacía un fantasma. El señor del metro con el que entablé conversación estaba muerto. Estoy seguro.

Eran las 16:24 cuando me bajé del metro y me choqué con un hombre que iba haciendo autodefinidos. Fue entonces cuando entablé conversación con él.

-Disculpe- Le dije.

Y sonrió.

Oda a la primavera II

Ya puedo oler las flores,
estuve tiempo sin olerlas.
Su aroma, un eco
Su color, la belleza.
Veo venir las mariposas
a apoyarse en mi ventana.
Su aleteo, una danza
Su sombra, el deseo.
Mis delirios se olvidaron
en un momento como éste.
Los sueños, mi inconsciente
Los recuerdos, mis razones.
Veo volar las cenizas de mi incienso
hace tiempo que no las veía.
El humo, mis sombras
El polvo, la vida.
El Sol me calienta las entrañas
que estaban frías hace unos días.
Su luz, mi tiempo
Y su calor, una suave melodía.