el otro día se lo decía a Miriam, mientras hablábamos sobre poesía y estados anímicos que sufren mucha anemia.
Siempre he pensado que escribir es abrirte en canal, sacar todo hacia afuera, hacer una autopsia a tus sentimientos. Y antes de ayer recordé que se me ha olvidado escribir, que hace mucho que no lo hago, que esto que leéis es solo un conjunto de letras con un poquito de coherencia porque lo que es cohesión, está falto.
Lo más noble que puedo decir es que sé que algún día volveré, sé que volveréis a tacharme de poeta sin serlo, pero sin dejar de ser; me aplaudiréis felicitandome por un rima que no es leyenda pero tiene mucho de Bécquer; y sonreiréis y me haréis más feliz por cada abrazo que en la vida real es el "me gusta" más sincero que conozco.
Ahora todo se ha llenado de madrugadas y amaneceres, ha vuelto el miedo con su careta de barro. Y se me ha deshecho en la cara. Mi baile nupcial con palabras que no acaban, sino bostezos en metros a las ocho de la mañana. Ante minutos de espera de una canción en replay, es decir interminable, cerca de personas que únicamente me ofrecen una satisfacción exterior finjida.
no sé como caminar, no sé qué hacer, no sé, odio no saber.
pero la autodestrucción como método de avance está de putisima madre.
volveré lo prometo.