sábado, 29 de junio de 2013

A versos libre, a veces con limite

"Si catorce vidas son dos gatos,
aún queda mucho por vivir"
Fito



Tengo una colección lúgubre de madrugadas metidas en una botella de cristal, el insomnio y yo siempre hemos sido buenos fascículos. Luego me deja cada hora tatuada en la ojera izquierda como herida de guerra, una guerra sin tregua. Puede que el insomnio haya adoptado a la locura como medio de ayuda, y soy el tarro donde deposita la cordura.

Me gusta mirar la vida desde una perspectiva diferente, diluirla con pensamientos observando a la gente, todos sus movimientos y acciones. Me las imagino con largos hilos en sus extremidades, como si alguien ahí arriba estuviera moviéndoles, marionetas viejas, diciendo en bajito en sus cabezas que deben de hacer cada momento. Cuando camino entre ellos me siento: a versos libre, a veces con limite. Y les sonrío con todas mis reverencias, ya que saben afrontar ese día, salir aquí fuera y dar cada paso con más fuerza que el anterior, estoy segura que cada segundo atrapa una casualidad, y dentro de las casualidades hay mucha vida. 

Eso es bonito.


Bonito, igual que aquel día que volví a creer en el amor. Preciosa estampa la de una pareja de ancianos ciegos guiándose el uno al otro en mitad de una calle rebosante de Madrid. Para ellos la multitud no fue problema, ni obstáculo, porque llegaron una y otra vez a su destino sin dirección: el amor.

El arte de la calle,
es el mejor cuadro
disfrutado
por el ser humano.



miércoles, 26 de junio de 2013

atracARTE

He atracado un poema,
ha sido taciturno e inverosímil.

Bien, comenzaré pues,

Había millones de poetas,
yo con un bombín en la cabeza,
para que se me viera,

he titubeado:

"Arriba las manos,
esto es una musa,
dadme todos los versos
que tenéis en la cabeza,
si no queréis sufrir daños
como enamoraros"

Tenía un arma blanca-grisacea:

una pluma para volar, a veces también escribe.


Luego aparecieron veinte coches de policía,
no podían aguantar tanta cultura,
no entendían como sin violencia
pedía algo que me pertenecía.
y me encadenaron,

después..

no hubo después.

miércoles, 19 de junio de 2013

Paula

Musa de piel canela e infinitas piernas:

Tú que jugaste con tu melena como si de un color uniforme se tratará.

¡Oh, pequeña!

Sonríe mañana, hoy hay demasiada absenta o insuficiente hash.

Planeas dramas para subirte a la barra y descorchar copas,
siempre pedirás ser la Barwoman del antro más lunático.

Oscuridad, felicidad y mediocridad.

Tu príncipe se ha convertido en rana,
desde que tus alturas son bellas ramas.
Poesía o música que te haga despegar, o tal vez tu despiste hoy se irá.

Vas a estudiar la vida o las ciencias de un suculento día.

¡Oh, pequeña!

No hay dinero,
tampoco valentía,
solo borrachos y cigarros.

Una caja negra que nos dé lo que no nos da mamá.

¿Qué puedo pedir?

Si en vez de hadas tengo insectos,
una Polilla y una Luciernaga,
que cada veinticinco de Diciembre me quiten la escarcha de mis pesadillas, ya sabéis lo que odio la Navidad.

El gracias se vuelve rocío,
porque en Enero hace demasiado frío,
y en verano,
se esfuma entre tanto ajetreo.

¡Oh, pequeña!

Saldrás de la ciudad, a un pueblo que te devuelva la sed.

¿Cercedilla tal vez?
¿Guadarra esta vez?

Hay cerveza para tres,
una canción de Extremo en replay.

Llamarán a tu puerta esta mañana,
es el tiempo con un re-volver,
un atraco para estimular tu vejez,
dejale entrar,
tal vez necesites pagar las deudas
de esos negros ojos.

¡Oh, pequeña!

Hay un examen de matemáticas,
no querras sumar derrotas
ni restar historias.

Olvidar, fumar, escapar, follamar..
me faltan verbos para completar tu pretérito imperfecto.

Sientate a mi lado y prometeme un futuro arraigado,
guiñame presentes imperecederos.

Mientras Robe Iniesta recitará en lo más profundo de tus sueños:

Que si no te drogas, que no sientes nada.

Porque ya sabes que la policía
no es tan mala,
pero se llevaron nuestra marihuana.

No necesitas más,
sopla las velas,
y mira la vida pasar.

Que hoy no es mañana ni ayer pero siempre es hoy

Más susurros que gritos,
más piel con piel y menos modelitos
pequeña, que hoy no es ni mañana ni ayer pero siempre es hoy,
y hoy quiero que sonrías porque no vale la pena,
porque nos gustan las causas perdidas,
casi tan perdidas como yo en una clase de matemáticas.

Que se acaba el invierno y el verano acecha lleno de cerveza
casi tan rubia como tú pero mas fría y fácil de tragar.
Se mi moneda de cambio para tratos con extraños que no nos deseen nada bueno
pero que nos deseen.

Eres la mínima expresión de la responsabilidad 
encarnada en un vestido tan corto como los besos que no empiezan
y experta en caídas de tacones de vértigo que casi podrían considerarse suicidio.

Confundamos a la noche, démosle complejo de día y durmamos cuando el Sol empiece a despertar,
hagamos que se sienta más solo que la una.

Vamos luna que esta noche es tuya, y ya sabes que todo lo mio es tuyo y todo lo tuyo es mío.
Que llevo vergüenza suficiente para dejármela en todas las copas a las que me van a invitar.


domingo, 16 de junio de 2013

Siempre en la ficción

La curiosidad mató al gato, pero murió sabiendo.


Os voy a contar una historia que creáis o no es cierta...

Yo nunca he creído en Dios, ni en la magia, tampoco en los meteorologos, era pesima para la química, en resumen en las cosas que no se ven. Además soy muy supersticiosa y tengo un gato negro. 

Hace unos meses empecé a soñar con un chico, aparecía y aunque su imagen estaba borrosa como cuando un miope se quita las gafas, era especial, me hablaba sobre su vida, me contaba lo que anhelaba vivir, estábamos sentados en una azotea, y me agarraba fuerte porque yo lo veía todo muy difuso, tenía algún tipo de instrumento con el que tocaba cosas indescriptibles, me pedía que cerrará los ojos que confiará en él y disfrutará de su música. Y eso hacía. 

Después sonaba la alarma a las 7:10, caía por aquella azotea infinita y despertaba del golpe. La primera vez que lo soñé fui a clase casi levitando, haciendo hincapié una y otra vez en el paradigmático sueño. Ese día al dormirme, volví a soñar con él, estaba ahí sentado de nuevo, me situaba a su lado, y me preguntaba que por qué le solté y me caí en la realidad. Yo me excusaba diciéndole que no podía estar todo el día soñando, que allí abajo tenía cosas que afrontar. Repetimos todas esas conversaciones, risas y música celestial. 

Otra vez más al despertar, el golpe con la realidad, nadie me quitaba mi derecho de recrear el sueño una y otra vez. 

Esa noche, la tercera y la última vez con la que soñé con él, fue diferente, me dijo que qué pasaría si él también se tiraba a la realidad, yo le dije que viviría cosas fuertes véase la vida. Que fuera libre, y que volará. No me dio tiempo a despedirme porque ese día el despertador se adelantó.

No volví a soñar con él, pasaban los días y al dormir me despertaba en la azotea y no había rastro de su voz, ni de la música, sólo el sonido infrahumano del tráfico allí abajo. Comprendí que se cansó.

Esa mañana cuando sonó el despertador, lo primero que pensé fue prometerme escribir sobre él, sobre el chico raro que apareció tres veces seguidas en mis sueños, escribía sobre su realidad para que no le fuera nada mal. Desde el día que no le soñé, no quise dormir más. Le pregunté a la luna, que quién controlaba los sueños y quién fue capaz de depositarlo un día y sin despedirme llevarselo. La luna solo me miraba con su sonrisa burlona, mientras oía a algún búho ulular.




Era el personaje de mi libro, el protagonista ideal: todo lo que soy yo, y lo que siempre había querido ser. Así que les confié a las mejores protectoras que existen: mis palabras, ellas arropaban su rutina. Y así estuve muchos meses, escriéndole..


Pero un día, en un concierto, me fije en que uno de la banda llevaba algo característico de él, yo cuando le veía difuminado solo me fijaba en como llevaba una corbata roja. 

Creí que fuera él, podía ser o no. Tenía que investigar, y lo hice, investigue y le conocí. 

A mi asombro, era él: el chico con el que soñaba en aquella azotea, lo sabía por como sonreía. Era lo único que veía bien definido.



Increíblemente ha salido de mis sueños, nadie sabe como he creado algo.

No sé aún si fue magia o algún arcángel que se aburría ahí arriba, 

pero con palabras creé algo de verdad.






Los sueños dan alas,

y las palabras vida.




sábado, 8 de junio de 2013

La historia de una S que no quería andar borracha

Vendí la piel del oso antes de cazarlo, y creedme si os digo que nunca llegue ni a mirarlo. Sabía que existía porque todos decían que vivía donde el frío, y yo siempre estaba helada. Así que imaginé que se encontraría cerca, pero pasaban muchos días y seguía sin aparecer.

Entonces me arruine tanto emocional como económicamente, que a todos les debía explicaciones y monedas. Mi única solución fue huir con un sombrero y las narraciones de Poe. Mi gran ruina de orientación en busca de algún lugar ideal me perdió. Llegue a un laberinto de paredes negras y canciones bailables, a tientas buscaba salir, a gritos pedía auxilio, pero cuando me contestaban "hay alguien ahí" por miedo me callaba, no quería que me encontraran. De vez en cuando veía luces de neón que parpadeaban e iba alegre hacía allí, pero siempre se apagaban, encontré una muy especial, era amarilla fosforita, y cómo no, aquel laberinto no era su sitio, se merecía un lugar mejor donde brillar, pero la vi, y la toqué, y fue increíble, aunque nuestra suerte fuera ilegible.

A día de hoy sigo aquí, en mi propio laberinto.
Por qué de qué me sirvió irme,
si de quién quise huir
fui yo misma,
y estaba dentro de mí.