sábado, 8 de junio de 2013

La historia de una S que no quería andar borracha

Vendí la piel del oso antes de cazarlo, y creedme si os digo que nunca llegue ni a mirarlo. Sabía que existía porque todos decían que vivía donde el frío, y yo siempre estaba helada. Así que imaginé que se encontraría cerca, pero pasaban muchos días y seguía sin aparecer.

Entonces me arruine tanto emocional como económicamente, que a todos les debía explicaciones y monedas. Mi única solución fue huir con un sombrero y las narraciones de Poe. Mi gran ruina de orientación en busca de algún lugar ideal me perdió. Llegue a un laberinto de paredes negras y canciones bailables, a tientas buscaba salir, a gritos pedía auxilio, pero cuando me contestaban "hay alguien ahí" por miedo me callaba, no quería que me encontraran. De vez en cuando veía luces de neón que parpadeaban e iba alegre hacía allí, pero siempre se apagaban, encontré una muy especial, era amarilla fosforita, y cómo no, aquel laberinto no era su sitio, se merecía un lugar mejor donde brillar, pero la vi, y la toqué, y fue increíble, aunque nuestra suerte fuera ilegible.

A día de hoy sigo aquí, en mi propio laberinto.
Por qué de qué me sirvió irme,
si de quién quise huir
fui yo misma,
y estaba dentro de mí.





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