miércoles, 25 de diciembre de 2013

Sin señal (Reflejos II)

Mechones de pelo caían en manada al suelo, manchándolo como si se hubiera derramado una taza entera de café. Y yo, que me miraba en el espejo mientras sujetaba la maquinilla para cortar el pelo, pensaba en los rasgos de mi cara. Mi rostro, demacrado por los sentimientos pasados, había pasado a mejor vida. Las facciones que ahora se resaltaban por mi rapado al 0 contaban la historia de mi vida, de mi infancia y adolescencia. Si uno se fijaba atentamente, podía perfectamente leer en mis pómulos cada relato.
Al levantarme del taburete que había colocado frente al espejo del baño, desenchufé la maquinilla. Repasaba el contorno de mi cabeza en ese mismo espejo. Salí del baño y me dispuse a explorar mi apartamento. Las paredes estaban resquebrajadas y el suelo arañado. No había ventanas. En mi apartamento, el único reflejo que podía apreciar era el del espejo de mi baño. En el salón había un televisor que siempre estaba encendido, pero sin señal. Una luz azul iluminaba toda la pantalla y unas letras amarillas que conformaban las palabras "no signal" hacían daño a los ojos de cualquiera. Frente a él se situaba el taburete que había trasladado al baño. 
En mi apartamento no había nada más. Un baño, un pasillo y el salón.

Me propuse salir a ver la luz del día. La puerta para salir de mi casa estaba situada en el pasillo. Era una puerta de madera fina, roja, con un pomo dorado, y era la única de toda la casa, pues no había puertas ni en el baño ni en el salón. A pesar de ser tan fina, ningún ruido entraba de la planta del edificio. Nunca supe cómo llegué aquí. No sabía cuánto tiempo llevaba, tal vez semanas. Giré el pomo.

Mechones de pelo caían en manada al suelo, manchándolo como si se hubiera derramado una taza entera de café. Y yo, que me miraba en el espejo mientras sujetaba la maquinilla para cortar el pelo, pensaba en los rasgos de mi cara. Mi rostro, demacrado por los sentimientos pasados, había pasado a mejor vida. Las facciones que ahora se resaltaban por mi rapado al 0 contaban la historia de mi vida, de mi infancia y adolescencia. Si uno se fijaba atentamente, podía perfectamente leer en mis pómulos cada relato.
Al levantarme del taburete que había colocado frente al espejo del baño, desenchufé la maquinilla. Repasaba el contorno de mi cabeza en ese mismo espejo. Salí del baño y me dispuse a explorar mi apartamento. Las paredes estaban resquebrajadas y el suelo arañado. No había ventanas. En mi apartamento, el único reflejo que podía apreciar era el del espejo de mi baño. En el salón había un televisor que siempre estaba encendido, pero sin señal. Una luz azul iluminaba toda la pantalla y unas letras amarillas que conformaban las palabras "no signal" hacían daño a los ojos de cualquiera. Frente a él se situaba el taburete que había trasladado al baño. 
En mi apartamento no había nada más. Un baño, un pasillo y el salón.

Las imágenes se repetían en mi mente como si todo ya hubiera pasado en un tiempo remoto, lejano. Tenía la sensación de haber vivido todo esto mucho antes. En ese momento, sentí que no podía girar el pomo de la puerta, que esa no era la forma de salir de ahí. Pero, ¿entonces? En mi apartamento no había ventanas; no había forma teórica de salir de él. Asustado, me di cuenta de lo que me estaba pasando ya lo había vivido más veces. Lo tenía claro, estaba seguro de que yo había girado el pomo de la puerta roja de mi apartamento en otra ocasión, en otras ocasiones. Estaba aterrorizado. En ese mismo momento me volví loco. Cogí el televisor con las dos manos y, mientras mi fuerza arrancaba el enchufe donde se colocaba, lo reventé contra la pared. Las chispas y el humo llenaron el salón. Me ahogaba. Sentía la ansiedad en todo mi cuerpo. Mis manos estaban encharcadas en sudor. La garganta se contraía seca. Mis bronquios se cerraban a cada bocanada de aire. Y mi corazón latía tan fuerte que dolía.
No sabía qué hacer, ni adónde ir. Sólo se me ocurrió correr al baño. El taburete donde me había rapado el pelo un rato atrás seguía ahí, y yo estaba, de nuevo, mirándome en el espejo. Mi tiempo se acababa. Resignado, me senté en el taburete. Dejé a mi mente pensar en cualquier otra cosa, intentando relajarme, pero a la mínima me volvía a la cabeza que estaba encerrado en una habitación de la que no podía salir. Lo único que podía hacer era girar el pomo. Y entonces lo entendí. Me levanté del taburete y lo agarré fuerte con la mano derecha, elevándolo en el aire. Ahora lo entendía todo. La única salida posible tenía que estar detrás del espejo. Cogí aire. Lancé el taburete.

Mechones de pelo caían en manada al suelo, manchándolo como si se hubiera derramado una taza entera de café.

viernes, 20 de diciembre de 2013

hide

A veces 
me lo imagino volviendo, 
a veces
los dos chupando de nuestro sexo.

Otras veces 
me culpo de conocerle,
porque hoy no es el momento, 
pero ayer no nos dio tiempo
y mañana dios sabe si nos reconoceremos.

Sólo a veces
le espero,
mientras los días galopan sin freno,
y creo que quererlo
quiero.


A versos le escribo,
que es tal mi recuerdo
que apuesto mi vida
porque no recuerda:

Ni mi breve nombre,
ni mi intenso beso.



miércoles, 18 de diciembre de 2013

Astronomía básica

Me pareció encontrar el amor en el cielo,
y lo llamé estrella,
y ahora que te tengo a ti, que brillas más que ella,
no se decir cómo se llaman las luces del cielo.

Y es que hay estrellas muy atrevidas, que cuestionan tu luz propia,
pero la mayoría están muertas y sólo son un reflejo de lo que eran,
y tú, tú ese brillo no lo pierdes.
Tú lo eres y lo serás
mi estrella.

Que no sé cómo las estrellas se atreven a salir,
si esa sonrisa que tienes ya brilla como ninguna.
No sé cómo se atreven a salir,
Si yo las constelaciones las hago en los lunares de tu cuerpo.
Y me pierdo contando tus estrellas,
buscando a la Osa Mayor,
me pierdo en las galaxias de tus ojos,
y puestos a perdernos, me pierdo en ti,
mi universo.

martes, 17 de diciembre de 2013

19 de diciembre (Reflejos I)

Al salir del tren lo comprendí. Durante todo el día, desde que me había levantado, la gente me había estado mirando como si fuera especial. Como si fuese alguien. Cuando salí de la habitación tan sólo escuché a mi madre exclamar. -¡Felicidades!- Decía mi madre. Claro, era mi cumpleaños.
Al llegar a la estación de tren, todo el mundo me miraba de la misma manera. Empezaba a resultarme tenebroso, grotesco. La misma cara en todas y cada una de las personas que me cruzaba. Bajando las escaleras mecánicas y escuchando música distraído, me choqué con el anciano cuerpo de una señora de unos 80 años. Ella, que iba con garrota, continuó su marcha como si nada. Como si no me hubiera visto. Pero su cara cambió por la típica cara con la que me miraba la gente un día como aquél.
-¡Espere!- Exclamé. -¿Tiene hora? Siento lo del golpe. Ya sabe, las nuevas tecnologías nos traen tontos a las nuevas generaciones...- Dije.
-Lo siento, pero no puedo hablar- Musitó. -La verdad es que nadie debería hablarte- Anunciaba la anciana mientras, sin girarse, continuaba todo recto en el andén.
Al oírla me quedé pasmado. No comprendía con exactitud lo que querían decirme sus palabras. Sin embargo, una eterna duda me asaltó: ¿qué le pasaba a la gente en un día como aquél?
Un enorme estruendo resquebrajó la estación de mi barrio. Era el tren que, tan puntual como siempre, efectuaba parada en el andén número 3. Me subí al tren con un detenimiento categórico de una persona en mi estado, en un estado de temor que te provoca hasta tiritar, y me senté yo solo en un asiento que daba a la ventana. Diciembre tenía un aspecto bastante peculiar este año, pues el cielo estaba totalmente despejado pero adquiría unas tonalidades grises dependiendo de dónde se mirase gracias a la contaminación.
El tren entró al túnel que conectaba una estación con otra en torno a las 12:55. La oscuridad nos sumió a todos de tal forma que sólo nos alumbraba los fluorescentes enfermizos del techo del vagón. En tal oscuridad, los cristales de las ventanas ya no eran cristales, sino espejos, lo que permitía a los más presumidos retocar sus peinados. El problema viene en que yo era uno de esos presumidos. Al mirarme en los espejos recién convertidos fue cuando lo comprendí todo. Mi cumpleaños no era hoy. Hoy era el día de mi muerte. Soy un cadáver.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Autoretrato

He visto tantas hojas caídas como personas tiene esta ciudad, y tantas personas huyendo como hojas que se marchitan por tempestad, por un mal invierno o una mala vida, que es lo mismo. He tocado con la llema de mis manos frías a personas que no saben que es la sensibilidad. He acariciado a gatos que darían sus siete vidas por una caricia más. He llorado en brazos ajenos que ni en una sonrisa entera les podría recompensar. He luchado por mi futuro y en mil derrotas solo he visto restos de almas pidiendo paz. He querido como una amante que da por perdido su amor no correspondido. He escrito poesía a la altura de personas inalcanzables, y hasta ha habido quién me ha llamado poeta, sin ser pero sin dejar de ser. He regalado sueños a gente que no podía dormir, velocidad al que siempre se quedaba atrás y palabras al que necesitaba escuchar. He bebido tanto blues a palo seco que tengo el hígado ciego perdido. He mentido porque vi a la verdad un día desmadrandose y no era conmigo. 


Todo lo que he deseado en la vida no lo he ganado porque mi puntería se extraviaba en cada feria en la que me emborracha. Y siempre me decían:

"Chica, afina más o te irá mal"


Más perdida que Robinson Crusoe en viernes

Me siento más perdida que Robinson Crusoe en viernes.
Mente y corazón se desgarran las entrañas en la guerra más pacífica que el odio ha consagrado jamás.

Y yo, camino escaleras arriba con la luz apagada,
pero se que de aquí al cielo hay 29 escalones que me llevan a tu puerta.
los argumentos se fortalecen en mi cabeza para caer en mil pedazos cuando llamo al timbre,
y  abres con aspecto de sádico emocional,
un pantalón de pijama desteñido y una camiseta blanca llena de carteles invisibles que me gritan que te la quite.

Tienes el pelo enmarañado en recuerdos de nuestro último encuentro,
Y la boca tan seca como mi jardín cuando mi madre me hace salir a regar en medio de la noche
por miedo a que se muera el jazmín, y tengo que salir descalza, y me pincho los pies, y me hieres.

Y las amigas me abandonan en las noches de sábado para dejarme en casa pensando en que hacer para librarme de ti.
Y amanezco en tu cama,
Con las bragas a la misma altura y en el mismo estado que mis argumentos.

Antes de que te levantes recojo mi autoestima y me visto como puedo,
pero todo me queda mal, incluso tu al otro lado de la almohada que puse anoche entre los dos
después de que asaltaras mi ciudad del decoro y la compostura.

Me siento como Troya, en ruinas después de una noche entera ardiendo,
quemada e inservible,
conquistada por el engaño de un premio demasiado bueno para ser mío.

Y al cerrar la puerta caigo del cielo al suelo sin pasar por las escaleras.
Menuda hostia.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Hipotética carta de declaración de independencia.

Basta ya de presunciones de inocencia. Basta ya de culpas, de excusas baratas, de "todo es por él" y de "todo es por ella". Todos sabemos aquí, vosotros incluidos, que la culpa es total y únicamente vuestra. La degeneración que habéis provocado a lo largo de los años porque, en teoría, el uno al otro os la habéis ganado (mutuamente, además), tiene que terminarse. Pero no se termina. Porque sois niños, eso sois. Sois como El curioso caso de Benjamin Button: crecéis al revés. Y hacéis indirectamente que nos pase lo mismo. Yo, en mi caso, no lo permitiré. No permitiré convertirme en un Benjamin Button, en un vosotros. Basta de excusas. De culpas. Afrontad la realidad y cambiad, porque, aunque no podáis parar vuestra autodestrucción, al menos podréis frenarla. Pero basta ya de presunciones de inocencia.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Ojos iridiscentes

Se me clava tu mirada
en mi mirada.
Respiro suavemente
tu respiración, ya exhalada.
Se me hunden tus labios
en mis labios,
carnosos como los tuyos.
En un abrazo, un ser,
eso somos.
Se me clavan tus ojos
iridiscentes.
Cambian de color a la luz de la Luna
a la luz del Sol
a la luz de mi mirada.
Mirada que refleja una luz:
la tuya.
La luz de tu mirada,

de tus ojos iridiscentes.

Besos como versos

Que la poesía es arte, de eso no cabe duda,
pero hay silencios más poéticos que una rima.
Y miradas más poéticas que Quevedo,
caricias a la altura de Keats, 
besos que te ponen la piel de gallina, como los versos de Miguel Hernández
y sonrisas que te dejan como un soneto de Shakespeare.

Que la poesía es arte, y los poetas también
pero hay poetas escondidos en poemas corporales
que recitan en beso, resonante,
en caricias y en miradas.
Hay artistas que son arte, por su forma de moverse,
por su forma de mirarte.

Hay personas que, sin escribir rimando, hacen arte cada día.
Personas que en sí mismas ya son la mejor canción, el mejor poema, el mejor cuadro,
una escultura de Miguel Ángel, de proporciones clásicas, perfectas... bellas.

Hay poemas no reconocidos, con nombre y apellido, que, al igual que los escritos, son arte.

No toda la poesía ha sido escrita, alguna ha sido creada con forma humana.


Acaríciame las alas

Que yo cuando me pongo, te pongo.

La gente confunde que te corten las alas con que te las acaricien,
pero no está mal del todo tener a una persona
que te de valor de vez en cuando,
y que suba tu precio para que no te vendas por besos baratos.

Quizás quieras compartir tus ganas de volar
bajo las sábanas,
en la misma cama,
en la misma piel,
y con las mismas ganas.

Pero no tengo tiempo y el cielo se ha nublado
de miedo de querer más, así que,
lo único que puedo decir es:
¡que nos parta un rayo!

Prefiero morir en la tormenta de no saber si soy suficiente
que quedarme tirada en el sofá sabiendo que me quieres.

Así que escóndeme las esperanzas
que no sé si voy fría fría o caliente caliente.

jueves, 28 de noviembre de 2013

El agujero de debajo de la cama o una historia de miedo y amor

No es un cuento de "érase una vez", porque no era, sino que es y será. No es una historia cualquiera, porque esas historias tienen principio y final, príncipes que son sapos y princesas con el pelo tan largo que es imposible sin extensiones y, aunque este cuento tenga sus sapos y sus princesas de pelo (y corazón) un poco falso, este cuento no es "un cuento", es "nuestro cuento".
Esto es una historia de dos, de tres, de... cinco que acabaron siendo dos, pero sin matar a nadie.

Comienza la historia hace tiempo, con un corazón desgastado por dos que, sin saber muy bien como hacerlo, rompieron el amor y, con otro corazón que con tantas ganas de amar se rompió a si mismo una vez y con ayuda otra, y es que hay príncipes que nunca dejaron de ser sapos después del beso, y princesas que ni empezaron a serlo. Por eso esta historia es diferente, porque no se sabía si juntando heridas las sumarían o las eliminarían.

La del corazón machacado decidió machacarse, era tan pequeña que jamás lo notaron... Excepto él, porque era muy grande (de corazón) y sabía que ella no estaba bien, lo supo por sus palabras, por la forma de expresarse y porque siempre parecía un grupo de ritmos lentos, de domingo, de llorar. Ella ya sólo creía en el amor como decepciones, y mientras se enamoraba, entre risas, palabras, su voz (y su acento), crecía un monstruo bajo su cama, uno al que ella tenía verdadero miedo, con nombre de decepción y que acompañaba en la soledad, para hacerla más horrible.

Lo sentía bien fuerte, bien dentro, debajo de su cama, en el vibrar de su móvil, lo sentía al andar o al sonreír, el monstruo crecía, el miedo también, y temblaba al hablar, temía cualquier cosa que dijese, cualquier cosa que provocase el ataque del monstruo.

Pero un libro de los de niños, de los que jamás leemos porque nos creemos demasiado maduros y demasiado adultos como para asomarnos a sus sabias páginas llenas de colores y de bonitas palabras, le enseñó una lección: el miedo crece si tu le haces crecer, si tu te creces, el miedo acabará por desaparecer. Y tras unas cuantas lágrimas y un ratito con temblor en las manos, decidió meterse debajo de la cama, y razonarle al monstruo que no tenía miedo, que jamás podría con ella, le contó la situación, su pasado, su presente, y a quién quería en su futuro y, como por arte de magia, el monstruo desapareció, dejando en su lugar un agujero bajo la cama.

Tras una noche de lo más rara, ella se dio cuenta de que su vida había cambiado y, lo mejor, que sus vidas habían cambiado, que todas las noches estarían juntos en sueños y que, en determinados momentos, llegarían a besarse e incluso a sentirse. Y aunque lo peor era despedirse, siempre se daban las buenas noches, esperando a soñar el uno con el otro, esperando despertarse y saber que realmente se verían, con la certeza de que esta es una historia diferente, con principio, con futuro y sin final.

Puede que no siempre pase, las heridas de cada uno lo dirán, pero, en este caso, juntando heridas consiguieron curarlas.







lunes, 25 de noviembre de 2013

Escribo para recordar

Me he detenido en los últimos meses tantas veces a pensar "volverá", que se me olvida que no está. 

No sabría cómo explicar este escrito, básicamente porque tú, que dios sabrá cómo has caído en esta entrada no tienes idea alguna de lo que estoy escribiendo. Es sencillo, hablo de algo que me ha pasado este año, no quiero dar ningún tipo de dato al respecto, sólo existirá una persona en toda la faz de la tierra, que si quizá que por remota que parezca la posibilidad, se para en un instante a leerlo lo sabrá, lo sabrá porque aunque tuviese en ese momento dos millones de palabras en la boca, en la mirada tenía la de verdad "quédate". No hablo de amor, lo decía Lope: el que lo probó lo sabe, y yo aún no sé a que sabe; quizá fuese o quizá no. 

Quiero escribir ésto porque no sería capaz jamás de reconocerlo. Y ninguna historia acaba bien, y esta no iba a ser menos, me lo he justificado de tantas maneras que no me las he creído ni yo, "no era para tanto", "era poesía", "me lo merecía"... pero despertó mi instinto asesino. Yo ahora estoy escribiendo mi libro, algo que quiera o no va a tener brochazos de esta historia, y en mi libro vendrá explícito y nadie se dará por aludido. 

Yo, al fin, he dejado de pensar en cuándo volverá, sustituyendolo  por "¿nos volveremos a encontrar?". Quién sabe si en otro tiempo o en otro lugar, más viejos y sabiendo algo más de la vida, que hasta ahora no teníamos ni idea, por lo menos hablo en primera persona. 

Si algún día, remoto que sea, lees esto, lo lees y sabes que aludo a ti, contéstame. 

Desde aquí te prometo que sólo te olvidaré lo suficiente para recordarte cada mes, y que todo te irá muy bien.


Pd: De poeta y de loco,
todos tenemos un poco.

sábado, 16 de noviembre de 2013

tienes los ojos cansados

Tienes los ojos cansados,
y la melodía ha penetrado en tu pupila,
es frívola y desafiante,
te da un toque interesante.

Tienes la mirada perdida,
y sigues sin encontrarla,
deja de castigarte,
eres un verso andante.

Tienes las ojeras tatuadas,
y la madrugada ha entrado
a buscarte,
la luna está expectante.

Tienes la sonrisa escondida,
y las manos frías,
pero conseguiste probarte
el significado de ser amante.

Tienes los ojos cansados,
porque miras
la vida
buscando responderte:

"¿Qué es poesía?"

Y ahora 
tienes cuchillos en 
tu pupila,
de tanto ser tú
toda mi poesía.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Cenizas

Encendemos una barra
de incienso.
Y la llevamos por la casa
de la mano.
La agitamos por el pasillo,
la agitamos por el baño,
la agitamos en la sala
y acabamos fuera
en la terraza.
Y la dejamos consumirse
y ¿su aroma?
Su aroma al viento
y sus cenizas,
al cenicero.

miércoles, 23 de octubre de 2013

No todas las mantas abrigan igual

Ella se tapaba todas las noches, y, bajo su edredón y un par de mantas, sentía que le faltaba el calor que sólo le daba él. Encendía el radiador, el que tenía enchufado y, aún así, temblaba de no tenerle al lado. Probó a ponerse calcetines gordos y una sudadera, pero la cama seguía fría si le faltaba.

Pasaron los días, grises y oscuros, llenos de sombras, ni el café caliente que siempre la reconfortaba, lograba calentarle el cuerpo, el frío le comía los huesos. Las mantas no servían y se gastó la mitad de su dinero en radiadores, pero él no estaba y eso era lo más frío de todo. Pasaron noches sin apenas dormir, noches frías, como las del Polo Norte, y, cuando menos se lo esperaba, cuando había llenado el armario de ropa que le calentase un poco, volvió él, para calentarle el alma.

Él compensó las noches de frío, quitó las mantas para taparla con su cuerpo, devolvió los radiadores a las tiendas y cambió los calcetines y las chaquetas por sus mimos. Ella volvió a sonreír, a llevar sus vestidos favoritos y a bailar y cantar cuando él tocaba la guitarra.

Las noches eran cálidas, hasta la noche en la que se fue.
Se marchó tras un beso y susurrando "adiós". 
Ella se escondió en la cama y decidió no salir hasta que en su vida fuese primavera otra vez, hasta que él volviese a cuidarla.
Se tapó con recuerdos y esperó, sabía que él volvería. 

Él volvió, prometiendo que algún día no se marcharía más.
 

martes, 22 de octubre de 2013

Los monstruos ya no me caben debajo de la cama

Errar es de sabios
Y correr de deportistas,
parecemos todos tontos,
con esa manía de enamorarnos de quién no nos corresponde.

Con esa manía de querer ir detrás de lo que tenemos delante,
 en vez de pararnos a esperar al que nos busca.
Remover cielo y tierra no sirve de nada si buscas una aguja en un pajar.

Nos empeñamos en hundir mas aquello que flota en la superficie de nuestras posibilidades,
nos autolimitamos con falta de fe y oraciones a un dios que nunca nos a demostrado estar.
Mi madre, mi madre si que estaba,
para vestirme las mañanas de clase cuando aún estaba adormilada,
para darme una colleja cuando guarreaba con la comida,
para consolarme cuando las pesadillas asaltaban mis sueños.

Pero ahora las pesadillas me persiguen en la realidad
y no tengo a donde huir si no me apagas la luz y me besas despacito
y me dices que todo va a ir bien mientras convences a mis miedos para que esperen a que acabes de quererme.
Pero los monstruos ya no me caben debajo de la cama
y han salido a esconderse por la ciudad,
me esperan en los bares donde llegas tarde.

Dicen que el pretérito nunca fue perfecto,
 ni el pasado simple
pero mi presente impera un tiempo mejor.

lunes, 21 de octubre de 2013

Vamos a hacer el amor, 
porque todavía no lo venden hecho. 

¿Cuánta poesía puede caber en un poema?, ¿y cuánta espera en un reloj?, ¿quién es capaz de decirme cuándo es y será demasiado tarde?. No me voy a ir, aunque el otoño se disfrace de falacia, no me voy a ir, porque sé que en cualquier momento vas a venir. Me lo han dicho todas las musas que he dejado atrás. Si ellas todavía te esperan es que es porque alguien las ha dicho que tienes que pasar. Te advierto que cojas guantes y mucho cuidado, a veces sin querer dejó suelto el huracán de las esperas, y no le queda paciencia, ha cogido una fea costumbre de ser agresivo cuando bebe un poquitín más de la cuenta.

Con todo ello hemos acicalamos el miedo. Nos merecemos un silencioso aplauso. gracias. El mundo es infranqueable ante muchísimas cosas, y ahí estamos nosotros haciéndolo menos humano, si cabe, cada show que ofrecemos al día y seguimos sin lucrarnos. Otro inmerecido aplauso.

Yo habré perdido la cabeza, pero tú no has olvidado el mecanismo de bajarte la bragueta.

Y sigo esperando, hablando a todos de ti, contando cada una de la peripecias que vamos a vivir. Que no volverás a dejar que me desahucien camas donde he simulado orgasmos de palo, que me vas a coger la mano y nos vamos a dejar llevar; libres como los versos de Bécquer o como la caída de un suicida. Vamos a emborrachar nuestra opinión de extremismo, también nos reiremos en la cara de todos aquellos que estén alegres, porque nosotros lo seremos más, y ante eso no podrán luchar. Otorgaremos la valentía al presente, lo convertiremos en arte, en fotografía, en un café caliente y en una mano fría.En una canción sin estrofa que jamás recordaremos el estribillo y comenzaremos de nuevo. El rock en jazz. El preludio en final. El final salteado. Y vuelta a empezar..

Y sigo esperando.

Mientras se acerca un hombre de unos cincuenta y tantos con una linterna, abrigado hasta las cejas que me coge la mano y me dice:

-"Señorita, si no ha venido ya, no lo va a hacer"

Y yo,
sigo esperando.


lunes, 7 de octubre de 2013

Que quieres que te diga

"Que quieres que te diga, cuando me cuentas tus sueños me vuelvo loco"
quiero que me digas que no son mis sueños, que soy yo la que te vuelve loco,
que me vas a echar de menos,
que quieres verme,
que estas deseando que sueñe en tu cama.

Lo último que quiero que me digas es:
 "llevo liado con una chica meses, y me gusta mucho,
no quiero hacerla daño, pero que quieres que te diga,
 cuando me cuentas tus sueños me vuelvo loco"

Voy a suspender mis sueños temporalmente,
les doy una baja por depresión,

Porque ya no habrá sábanas mojadas,
 ni amaneceres acelerados,
ni ganas de contarte que hicimos ayer en mi almohada,
porque has metido mierda en mis sueños,
los has tachado de entretenimiento y no de aspiraciones,
le has dado un mal significado a lo único puro que tenia,
has mancillado mis ganas de ser feliz con tu suficiencia emocional,
la has jodido pero bien.

No quiero volver a verte en mis sonrisas
y no voy a dedicarte una sola lágrima.
Lo único que te voy a dedicar es un " vete a la mierda".

Pero oye, que quieres que te diga...
avísame cuando vuelvas.

domingo, 6 de octubre de 2013

Concepto anti-conceptivo

¿Está homologado por la iglesia?, ¿Por la Unión Europea?, ¿Por un grupo de extraterrestres indígenas en Marte? 

Y yo qué sé. Si me lo acabo de inventar. 

Has de ser casto. Quizá son ese tipo de ideas las cuales no deberías de embarazar, por eso de que puedas llegar a tener más y crearse una biodiversidad. Te sientas empiezas a cuestionar, y no se te ocurra contarlo porque si es bueno, te pueden censurar. En 
efecto: pensar, al igual que follar, con protección suele ser mucho peor. Así que, espera un momento, cierra los ojos y respira bien profundo, exacto así es, estoy comparando la inteligencia con el sexo. Escóndete bajo la mesa, apaga el ordenador o mete el smartphone en el guiso de la abuela. A veces es lo que tiene ser la discípula de Bukowski, tanto leer obscenidades de un tío borracho, que se te pega, y ahí donde le leéis era un maldito erudito, un auténtico sabio.

Y es que en estado de embriaguez se piensa demasiado bien. 

A lo que iba, me seguía replanteando sobre como procrear mis pensamientos sin tener que asustarme y aún menos, sin utilizar materiales biodegradables para-la-inteligencia-humana. Es que esto me preocupa de verdad. 

Tendría que buscar una fórmula o un alfiler, metafórica y literalmente hablando que os rompa el anti-conceptivo de culturizar la mente, de abrir un puto libro, de apagar la televisión, de tener una ligera idea sobre la que los políticos están des-armando en todos los futuros (hasta los verbales). 

Y aquí va mi primer pinchazo:



"Por los siglos de los siglos:
amen" 

Así sin acento.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

"Él le puso puntos suspensivos a la historia...Ella borró dos." Ánonimo

Tres  siglos han pasado desde la última vez,
tres siglos en los que la vida no me ha enseñado nada más que, que ahora, camino sola,
y que tengo que lamerme las heridas.
Tres siglos sin la poesía que me daban tus abrazos.

Sin tu tono de voz
sin que vengas a verme
sin lamerte las heridas.

Lo que más miedo me da es que un día te dé por aparecer, sin más,
y reírte de que todo este tiempo que pensé que estaba sola
tenia la vida conmigo,
y que es la única que va a estar a mi lado hasta que la muerte nos separe.

Quiero decirte que todo va mejor,
que el corazón ya solo te echa de menos cuando late.

Que el mundo sigue moviéndose,
aunque lo matemos cada día.

Que mi economía ha mejorado desde que no tengo que darte tabaco,
ni el del antes ni el de después.

Que ya no fumo cuando hago el amor,
porque desde que te fuiste solo follo.

Solo quiero que vuelvas si me has echado de menos,
sino no te molestes en aparecer,
que estoy olvidándome de como enamorarme
y si vuelves será como llevar la chuleta al examen.

martes, 17 de septiembre de 2013

El diminutivo de poeta es poe, como Edgar

Yo era una mindundi pasajera de trenes, de esas que llevan en la mano un libro por defecto. Entre estación y estación, detenía la lectura para echar un vistazo a todos los transeúntes novatos que se unían al viaje rutinario de volver a ningún lugar, una excusa macabra para no quedarme en casa. Todos tenemos terror infranqueable a estar a solas con nosotros mismos. Iba hacia cualquier parte, porque por más que lo intentaba allá donde me bajara no podía huir aún de mí. En los buenos y malos momentos me acompañaba. Qué compañía más amarga, la verdad.  





Una vez alguien se atrevió a creer en mí. Como si fuera una clase de Dios o algo así. Yo qué sé. A partir de ese momento comprendí que creer es la única manera de crear la vida. De encontrar el destino del viaje o al menos el rumbo, sin tener que mirar el plano tres veces por segundo. También es otra forma desgraciada de perder, porque cuando apuestas sólo barajas dos opciones: ganar o perder. Pero jamás, reitero jamás, te quedas igual. 


A mi obsoleta soledad le empezó a latir profundamente arte, con tantísima fuerza que lo escuchaba noche y día la poesía, hasta tal punto que se hicieron amigas. 

 

Mundos frágiles a todo trapo.  
Ya sabéis. 
Morir por morir, pero de vivir nos ausentamos.  


Contaré también que he conocido personas más rotas que muchos zapatos, llenos de agujeros que les hacía vaciarse por dentro. Muchas veces la vejez no nos la implanta los años si no los daños. He visto sonrisas enfurecidas porque lágrimas ya hay muchas. He oído sonidos en la calle que tienen más armonía que los de muchos estadios rebosantes. Pero al fin y al cabo, todo aquello es el cálculo de un día sin sueño, un matiz de olvidar porque caminamos sin nadie a nuestro lado; dividir el pretérito pluscuamperfecto entre verbos que casi siempre solo hacen función de pasado.


Creyeron en mí, 
y a falta de fe, 
resucité,
lo que todavía no sé
es por qué.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Verdad de la buena


Lo cierto es que...

No he vuelto a soñar que me casaba, 
Ni que me besaban bajo la lluvia.
 No he vuelto a soñar que formaba una familia,
 No he vuelto a sonreír mirándome al espejo solo por quererme.

No he vuelto a tener hambre de comerme el mundo
Ni me he dicho cosas bonitas,
No he vuelto a pintarme las uñas desde que te quiero

Ni he dejado de quererte desde que acabe de soñar 
Que nos casábamos
Que me besabas bajo la lluvia
Que teníamos hijos

No he dejado de quererte desde que al que sonreía en el espejo era a ti, 
No volví a levantarme con hambre de mundo sino de ti,
Ni he gastado mis palabras bonitas en alguien que no seas tú,
No me he vuelto a pintar las uñas desde que sólo tengo tiempo de quererte o de pensar en que te quiero.


Pero claro, 
también he empezado a mentir.

martes, 10 de septiembre de 2013

"I believe in silver linings, in happy endings"

La sociedad ha decidido que sobran kilos, que las chicas están buenas si casi no se las ve y los chicos gustan si no salen del gimnasio. Han decidido que la gente se tiene que que conocer en las discotecas y las palabras se han quedado desplazadas por lo que hoy llaman música. Ya no se habla, sólo importa que lo que beben se parezca para que cuando se junten, la mezcla no les haga vomitar. Han cambiado el significado de las cosas y "guapa" sólo se puede decir si ella lleva maquillaje y no come lo que quiere y la palabra amor sólo existe para declarar sus gustos sobre lo que fuman.
La sociedad ha decidido por muchos, muchos han decidido como tenía que ser la sociedad.
Pero todo lo malo, incluso este mundo, tiene sus cosas buenas, toda tormenta tiene sus rayos de sol en algún momento, y es que aunque las nubes se vean muy negras, aún quedan rayos de sol que iluminen las cosas. Todavía hay gente que prefiere las palabras, que escapa del ruido enlatado,de los focos cegadores para dedicarte unos minutos y distinguir tu voz de los gritos en los antros. 
Por suerte, creo en los rayos de sol. Y es que siempre me ha gustado mirar al cielo, y aunque adoro las nubes y sus formas, las que tapan los colores de ahí arriba, lo que más me gusta es ver como el sol sabe colarse entre ellas, disimuladamente, dejándose ver lo justo desde fuera como para darle al cielo ese toque especial que vemos en las fotos, en los mejores atardeceres, amaneceres y dibujos. 
Los rayos de sol de este mundo son los que despejaran todo el cielo, para que algunos podamos ver el arco iris o distinguir todos los tonos cuando se pone el sol, son los que iluminarán a muchos, 
                                    los que me dan la luz a mí.

Mariposas y Huracanes. Volar sin alas

Hace tiempo que las mariposas se convirtieron en huracanes, siguen viviendo en mi estómago y me dan mil vueltas. A veces vuelven a ser ellas, y con sus alas me suben muy alto, y lo prometo, últimamente toco el cielo. Es increíble lo mucho que podemos volar los humanos sin alas, sin dejar de pisar el suelo, incluso. Y la mejor parte es que las mariposas me alzan y los huracanes me mantienen arriba. Mágico, como Harry Potter, como en los cuentos de hadas. Como esa Dorothy que viajó al País de Oz por un tornado, o como Alicia que acabó en el País de las Maravillas de tanto soñar.  
               Yo una vez soñé con esto, y es verdad que la realidad supera a la ficción.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Otra vez es Septiembre,
porque todo vuelve,
sin saber bien cómo,
ni por qué.

hola al gran madrugón,
al café,
al puto estrés,
y a rezar,
lo que sea para que vuelva el viernes.


Suerte.

jueves, 29 de agosto de 2013

hice la erección correcta

Me desperté por la mañana y estaba ahí, a mi lado, sonriendo todavía por lo de anoche, con una mano atada aun al poste de la cama y una erección  que me daba los buenos días a modo de desayuno, abrió un ojo y le dije:
-"me marcho
-¿como que te marchas?.
-que me voy,me voy para poder volver, porque sino me marcho no me dejarás regresar,
tengo que irme de aquí ya o las cadenas se harán demasiado gruesas, y no podré romperlas,
o peor, tendré que llevarlas a cuestas...
 me pesa demasiado el tiempo que te queda conmigo,
y más el que te queda con ella,
hemos compartido demasiado sin conocernos,
necesito marcharme a donde no me puedas encontrar,
pero no dejes de buscarme,
porque no puedo vivir si no sé que aún sufres, que estas vivo de dolor
que te rompes la piel buscando los últimos besos que te quedan de todos los que te entregué anoche,
que lo único que te comes es la cabeza pensando donde estoy,
con quien,
y como se lo estaré haciendo,
para que cuando vuelva al lugar de donde partí no sea lo mismo,
quiero encontrarlo destrozado, para no sentir que he vuelto al mismo sitio, para no sentir que no pude romper las cadenas que me unen a esta cama , a mi hogar, a ti, quiero que estés en ruinas, y empezarte de cero, así que ya sabes lo que tienes que hacer."
Después de esto me fui,
y volví por la noche,
como cada día, hambrienta de sexo, no había comido nada desde el dia anterior.
Menos mal que cuando llegue a casa tenia la cena preparada y la mesa, no la mesa no, perdón,
 la cama puesta, me moría de hambre, hasta se me juntó en desayuno con la cena.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Hoy es luna llena

Él, emigrará hacia las camas de las todas mujeres que no ama, para poder olvidar a la chica que esta noche no podrá tocar.


Él, la recuerda como la primera vez que la vio: natural y veloz.


Él, no la quiere, pero se imagina un futuro con ella y sonríe como un niño en Navidad.


Él, tiene miedo de escalar el muro de su Facebook y caer contra el suelo de sus celos.


Él, no sabe nada de ella, porque así por las noches tiene cosas que imaginar.


Él, aunque sepa que es imposible, no hay día que no sueñe con que al girarse esté.


Hoy es luna llena. Y él no se ha convertido en licántropo, igual que de la cabeza de ella tampoco se ha fugado.

La luna está llena
y los corazones vacíos.

viernes, 16 de agosto de 2013

La Catarsis de mi Mundo Imaginario


Se caen las tostadas por el lado sin mermelada.

Las sillas bailan al ritmo de la música, para cuando ésta se para, sentarse sobre el “n-1” de personas, siendo "n" el número de seres humanos totales sobre los que las sillas pueden sentarse.

La suma de ti y de mí da un número racional, con un sentimiento irracional de por medio era tarea harta complicada.

La luna me toca y me pregunta que para cuándo estaré lleno, para cuándo menguante y en qué momento me iré, dejando al astro brillante tras mi estela.

Las hormigas abandonan sus imperios clandestinos subterráneos y dominan la superficie a golpe de 6 patas. Las abejas por su parte a ritmo de Charlestone.

El tiempo se para de tal manera que los problemas se sitúan entre las aduanas espaciotemporales y unos extraños seres atricorniados que levantan una especie de barrera redonda fabricada con cáscaras de nuez. De nueces humanas.

Las gafas paran de esconder ajustadas miradas para desenvolver los ojos del terror más oscuro, del mismísimo Ángel Negro.

Los pobres viven. Los ricos no. Las putas cobran. Las monjas no. La muerte acaba. La vida no. Los huesos saltan. Cartílagos se rompen a ritmo de Fuck Buttons mientras dos sintetizadores se esfuerzan en no caer. La vida no.

lunes, 5 de agosto de 2013

Damos y caballeras


No sé si tengo un montón de sueños o sueños del montón.


Vivir con lo puesto y huir con lo necesario. Mi sombrero imprescindible, ya sabéis, por se presenta la ocasión de quitártelo (me persigue el arte); las gafas de sol; los pitis; ocho canciones de Quique González y las monedas justas, que nunca deben de superar a las mentiras. 

Coger un estado de ánimo embadurnarlo con palabras llenas de vaho y publicarlo. Como si fuese una forense de película y estuviera haciendo la autopsia a cada uno de mis sentimientos. Los abro en canal y en vez de sangre sale poesía a chorretones. No sé escribir, lo juro, pero un día empecé a hacerlo y alguien se atrevió a decirme que no lo hacía del todo mal. Desconozco el nombre de quien me dijo una vez que se escribe mejor cuanto más malvives.

Y cuanta razón.

Me saco de mis casillas cuando no estoy en vena, como si mi vida pendiera de una partida de ajedrez y retrocediera. Una y otra vez, a una velocidad inmensa, inabarcable, un subidon de hormonas a toda ostia. Sobrevivo a una velocidad que todos desconocen, porque me da miedo ralentizar y que vean que soy igual de humana que los demás. Pero me lo cargo todo a una joroba inexistente, que sostiene el peso de una inmensa mochila de ansiedad e insatisfacción que nunca se llena porque está tan vacía como yo, y aún así sigo metiendo defectos, creyendo que por no verlos han dejado de existir. No debemos olvidar, sólo aprender a vivir sin ello.

Aprendí que el equilibrio se puede perder, pero que la memoria nunca muere.

Jaque-mate: inspiración.

martes, 9 de julio de 2013

Tragaluz

Una vez conocí una chica, la cual no olvidaré jamás.
Era ese tipo de personas que se quedan soldadas en tu cabeza.

 Ella tenía una vena peculiar y rara como ninguna, pero gastaba una sonrisa de esas que enganchan carcajadas infinitas. No la importaba las consecuencias y arriesgaba, se jugaba hasta la última carta aunque imaginase que iba a perder. Conocía el miedo, pero no la aterraba, sabía bien que ella lo vencería las veces que fueran falta. Poseía la virtud de creer en ella misma. Su mirada ejercía la magia poseedora del mago más sabio de cualquier mito urbano, y su melena la mecía el viento uniformemente hacia todas las direcciones. A veces coleccionaba caricias en una caja de cristal, después las miraba y se las ponía; la encantaba sentirse querida. Y vivía de la velocidad de un segundo, el 'ahora o nunca' tatuado en su momento. En cuanto a sus ilusiones, eran infinitas, naufragaban por cualquier mar en calma o en tempestad. 

Pero un día, mientras hacía la colada en su amplia terraza llamaron a la puerta con la armonía de cuando algo va mal. Sin imaginar quien podía ser, abrió la puerta de par en par, hasta el momento el peor error cometido por aquella ingenua chica. Entro, como entran las ráfagas de viento: la realidad. Fue un desfile inmenso, comenzaron a pasar la tristeza, la melancolía, la nostalgia y hasta se unió la soledad. Y mientras el ambiente se fue apoderando de una temperatura gélida, la dijeron: "hemos venido a ser tu día a día, bienvenida."

Aquella misma ráfaga en la que entraron fue la misma que cerró la puerta, de un portazo. 

Cuando volvieron a hablar con ella, su sonrisa solo era una mueca, que muy de vez en cuando quería arquear, su mirada perdida jamás yacía rostro de felicidad y sus pasos rápidos eran como de huida, en un esqueleto gobernado por unas ojeras nocturnas. Muchos intentaron preguntarla que qué pasaba, lo más asombroso y difícil es que ni ella lo sabía. Lo único con certeza que afirmaba es que la soledad era su fiel compañera, nunca la dejaba ni un momento a solas. 

Qué paradójico y fúnebre fue eso.

Necesitaba volver a encontrarse, pero desconocía el modo. Cada noche inventaba mil fórmulas, pero las mañanas de enfrentarse a la rutina la dejaban sin fuerzas. Y volvía el ciclo de la pena y la depositaban en una isla desierta.

"¿Qué fue de ella?"

Se preguntaron cada día todos aquellos que conocieron un día su sonrisa.

martes, 2 de julio de 2013

piumpium

En mi mundo de francotiradores sin balas,
y parnasos con flores.

He vuelto a extender mis alas.
Son grandes, aunque tienen telarañas
y están muy oxidadas.
No sé cuanto llevaré sin ojearlas,
perdí la cuenta.

Normalmente lo pierdo todo.

Si tuviera una ligera idea de domesticarlas las obligaría a que volarán. ¿Por qué de eso se trata, verdad?
Lo más sensato ahora mismo es huir, huir, huir, huir, huir, huir, huir, huir, huir, huir,huir. De pequeña creía que cuando repetía las cosas con mucha velocidad se cumplirían. Con el tiempo descubrí que era mentira.

Pero sigo siendo una niña.

En mi ciudad de cornisas con funambulistas,
y semáforos sin ámbar.

He andado por todas las calles en busca de un cartel donde encontrará "cualquier lugar", y con suerte, poner  sentido a mi dichosa huida. No soy un animal, eso lo descubrí cuando empecé a pensar.

Pero aquí se siguen rigiendo las leyes de la selva y/o del más fuerte.

La dirección dejó de tener importancia el día que empezaron a hipotecar la basura para desahuciar a la mierda, y seguían removiéndola.

Que aquí el que no corre no es que vuele, es que se tropezó.

sábado, 29 de junio de 2013

A versos libre, a veces con limite

"Si catorce vidas son dos gatos,
aún queda mucho por vivir"
Fito



Tengo una colección lúgubre de madrugadas metidas en una botella de cristal, el insomnio y yo siempre hemos sido buenos fascículos. Luego me deja cada hora tatuada en la ojera izquierda como herida de guerra, una guerra sin tregua. Puede que el insomnio haya adoptado a la locura como medio de ayuda, y soy el tarro donde deposita la cordura.

Me gusta mirar la vida desde una perspectiva diferente, diluirla con pensamientos observando a la gente, todos sus movimientos y acciones. Me las imagino con largos hilos en sus extremidades, como si alguien ahí arriba estuviera moviéndoles, marionetas viejas, diciendo en bajito en sus cabezas que deben de hacer cada momento. Cuando camino entre ellos me siento: a versos libre, a veces con limite. Y les sonrío con todas mis reverencias, ya que saben afrontar ese día, salir aquí fuera y dar cada paso con más fuerza que el anterior, estoy segura que cada segundo atrapa una casualidad, y dentro de las casualidades hay mucha vida. 

Eso es bonito.


Bonito, igual que aquel día que volví a creer en el amor. Preciosa estampa la de una pareja de ancianos ciegos guiándose el uno al otro en mitad de una calle rebosante de Madrid. Para ellos la multitud no fue problema, ni obstáculo, porque llegaron una y otra vez a su destino sin dirección: el amor.

El arte de la calle,
es el mejor cuadro
disfrutado
por el ser humano.



miércoles, 26 de junio de 2013

atracARTE

He atracado un poema,
ha sido taciturno e inverosímil.

Bien, comenzaré pues,

Había millones de poetas,
yo con un bombín en la cabeza,
para que se me viera,

he titubeado:

"Arriba las manos,
esto es una musa,
dadme todos los versos
que tenéis en la cabeza,
si no queréis sufrir daños
como enamoraros"

Tenía un arma blanca-grisacea:

una pluma para volar, a veces también escribe.


Luego aparecieron veinte coches de policía,
no podían aguantar tanta cultura,
no entendían como sin violencia
pedía algo que me pertenecía.
y me encadenaron,

después..

no hubo después.

miércoles, 19 de junio de 2013

Paula

Musa de piel canela e infinitas piernas:

Tú que jugaste con tu melena como si de un color uniforme se tratará.

¡Oh, pequeña!

Sonríe mañana, hoy hay demasiada absenta o insuficiente hash.

Planeas dramas para subirte a la barra y descorchar copas,
siempre pedirás ser la Barwoman del antro más lunático.

Oscuridad, felicidad y mediocridad.

Tu príncipe se ha convertido en rana,
desde que tus alturas son bellas ramas.
Poesía o música que te haga despegar, o tal vez tu despiste hoy se irá.

Vas a estudiar la vida o las ciencias de un suculento día.

¡Oh, pequeña!

No hay dinero,
tampoco valentía,
solo borrachos y cigarros.

Una caja negra que nos dé lo que no nos da mamá.

¿Qué puedo pedir?

Si en vez de hadas tengo insectos,
una Polilla y una Luciernaga,
que cada veinticinco de Diciembre me quiten la escarcha de mis pesadillas, ya sabéis lo que odio la Navidad.

El gracias se vuelve rocío,
porque en Enero hace demasiado frío,
y en verano,
se esfuma entre tanto ajetreo.

¡Oh, pequeña!

Saldrás de la ciudad, a un pueblo que te devuelva la sed.

¿Cercedilla tal vez?
¿Guadarra esta vez?

Hay cerveza para tres,
una canción de Extremo en replay.

Llamarán a tu puerta esta mañana,
es el tiempo con un re-volver,
un atraco para estimular tu vejez,
dejale entrar,
tal vez necesites pagar las deudas
de esos negros ojos.

¡Oh, pequeña!

Hay un examen de matemáticas,
no querras sumar derrotas
ni restar historias.

Olvidar, fumar, escapar, follamar..
me faltan verbos para completar tu pretérito imperfecto.

Sientate a mi lado y prometeme un futuro arraigado,
guiñame presentes imperecederos.

Mientras Robe Iniesta recitará en lo más profundo de tus sueños:

Que si no te drogas, que no sientes nada.

Porque ya sabes que la policía
no es tan mala,
pero se llevaron nuestra marihuana.

No necesitas más,
sopla las velas,
y mira la vida pasar.

Que hoy no es mañana ni ayer pero siempre es hoy

Más susurros que gritos,
más piel con piel y menos modelitos
pequeña, que hoy no es ni mañana ni ayer pero siempre es hoy,
y hoy quiero que sonrías porque no vale la pena,
porque nos gustan las causas perdidas,
casi tan perdidas como yo en una clase de matemáticas.

Que se acaba el invierno y el verano acecha lleno de cerveza
casi tan rubia como tú pero mas fría y fácil de tragar.
Se mi moneda de cambio para tratos con extraños que no nos deseen nada bueno
pero que nos deseen.

Eres la mínima expresión de la responsabilidad 
encarnada en un vestido tan corto como los besos que no empiezan
y experta en caídas de tacones de vértigo que casi podrían considerarse suicidio.

Confundamos a la noche, démosle complejo de día y durmamos cuando el Sol empiece a despertar,
hagamos que se sienta más solo que la una.

Vamos luna que esta noche es tuya, y ya sabes que todo lo mio es tuyo y todo lo tuyo es mío.
Que llevo vergüenza suficiente para dejármela en todas las copas a las que me van a invitar.


domingo, 16 de junio de 2013

Siempre en la ficción

La curiosidad mató al gato, pero murió sabiendo.


Os voy a contar una historia que creáis o no es cierta...

Yo nunca he creído en Dios, ni en la magia, tampoco en los meteorologos, era pesima para la química, en resumen en las cosas que no se ven. Además soy muy supersticiosa y tengo un gato negro. 

Hace unos meses empecé a soñar con un chico, aparecía y aunque su imagen estaba borrosa como cuando un miope se quita las gafas, era especial, me hablaba sobre su vida, me contaba lo que anhelaba vivir, estábamos sentados en una azotea, y me agarraba fuerte porque yo lo veía todo muy difuso, tenía algún tipo de instrumento con el que tocaba cosas indescriptibles, me pedía que cerrará los ojos que confiará en él y disfrutará de su música. Y eso hacía. 

Después sonaba la alarma a las 7:10, caía por aquella azotea infinita y despertaba del golpe. La primera vez que lo soñé fui a clase casi levitando, haciendo hincapié una y otra vez en el paradigmático sueño. Ese día al dormirme, volví a soñar con él, estaba ahí sentado de nuevo, me situaba a su lado, y me preguntaba que por qué le solté y me caí en la realidad. Yo me excusaba diciéndole que no podía estar todo el día soñando, que allí abajo tenía cosas que afrontar. Repetimos todas esas conversaciones, risas y música celestial. 

Otra vez más al despertar, el golpe con la realidad, nadie me quitaba mi derecho de recrear el sueño una y otra vez. 

Esa noche, la tercera y la última vez con la que soñé con él, fue diferente, me dijo que qué pasaría si él también se tiraba a la realidad, yo le dije que viviría cosas fuertes véase la vida. Que fuera libre, y que volará. No me dio tiempo a despedirme porque ese día el despertador se adelantó.

No volví a soñar con él, pasaban los días y al dormir me despertaba en la azotea y no había rastro de su voz, ni de la música, sólo el sonido infrahumano del tráfico allí abajo. Comprendí que se cansó.

Esa mañana cuando sonó el despertador, lo primero que pensé fue prometerme escribir sobre él, sobre el chico raro que apareció tres veces seguidas en mis sueños, escribía sobre su realidad para que no le fuera nada mal. Desde el día que no le soñé, no quise dormir más. Le pregunté a la luna, que quién controlaba los sueños y quién fue capaz de depositarlo un día y sin despedirme llevarselo. La luna solo me miraba con su sonrisa burlona, mientras oía a algún búho ulular.




Era el personaje de mi libro, el protagonista ideal: todo lo que soy yo, y lo que siempre había querido ser. Así que les confié a las mejores protectoras que existen: mis palabras, ellas arropaban su rutina. Y así estuve muchos meses, escriéndole..


Pero un día, en un concierto, me fije en que uno de la banda llevaba algo característico de él, yo cuando le veía difuminado solo me fijaba en como llevaba una corbata roja. 

Creí que fuera él, podía ser o no. Tenía que investigar, y lo hice, investigue y le conocí. 

A mi asombro, era él: el chico con el que soñaba en aquella azotea, lo sabía por como sonreía. Era lo único que veía bien definido.



Increíblemente ha salido de mis sueños, nadie sabe como he creado algo.

No sé aún si fue magia o algún arcángel que se aburría ahí arriba, 

pero con palabras creé algo de verdad.






Los sueños dan alas,

y las palabras vida.