lunes, 16 de diciembre de 2013

Más perdida que Robinson Crusoe en viernes

Me siento más perdida que Robinson Crusoe en viernes.
Mente y corazón se desgarran las entrañas en la guerra más pacífica que el odio ha consagrado jamás.

Y yo, camino escaleras arriba con la luz apagada,
pero se que de aquí al cielo hay 29 escalones que me llevan a tu puerta.
los argumentos se fortalecen en mi cabeza para caer en mil pedazos cuando llamo al timbre,
y  abres con aspecto de sádico emocional,
un pantalón de pijama desteñido y una camiseta blanca llena de carteles invisibles que me gritan que te la quite.

Tienes el pelo enmarañado en recuerdos de nuestro último encuentro,
Y la boca tan seca como mi jardín cuando mi madre me hace salir a regar en medio de la noche
por miedo a que se muera el jazmín, y tengo que salir descalza, y me pincho los pies, y me hieres.

Y las amigas me abandonan en las noches de sábado para dejarme en casa pensando en que hacer para librarme de ti.
Y amanezco en tu cama,
Con las bragas a la misma altura y en el mismo estado que mis argumentos.

Antes de que te levantes recojo mi autoestima y me visto como puedo,
pero todo me queda mal, incluso tu al otro lado de la almohada que puse anoche entre los dos
después de que asaltaras mi ciudad del decoro y la compostura.

Me siento como Troya, en ruinas después de una noche entera ardiendo,
quemada e inservible,
conquistada por el engaño de un premio demasiado bueno para ser mío.

Y al cerrar la puerta caigo del cielo al suelo sin pasar por las escaleras.
Menuda hostia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario