Encendemos una barra
de incienso.
Y la llevamos por la casa
de la mano.
La agitamos por el pasillo,
la agitamos por el baño,
la agitamos en la sala
y acabamos fuera
en la terraza.
Y la dejamos consumirse
y ¿su aroma?
Su aroma al viento
y sus cenizas,
al cenicero.
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