sábado, 29 de junio de 2013

A versos libre, a veces con limite

"Si catorce vidas son dos gatos,
aún queda mucho por vivir"
Fito



Tengo una colección lúgubre de madrugadas metidas en una botella de cristal, el insomnio y yo siempre hemos sido buenos fascículos. Luego me deja cada hora tatuada en la ojera izquierda como herida de guerra, una guerra sin tregua. Puede que el insomnio haya adoptado a la locura como medio de ayuda, y soy el tarro donde deposita la cordura.

Me gusta mirar la vida desde una perspectiva diferente, diluirla con pensamientos observando a la gente, todos sus movimientos y acciones. Me las imagino con largos hilos en sus extremidades, como si alguien ahí arriba estuviera moviéndoles, marionetas viejas, diciendo en bajito en sus cabezas que deben de hacer cada momento. Cuando camino entre ellos me siento: a versos libre, a veces con limite. Y les sonrío con todas mis reverencias, ya que saben afrontar ese día, salir aquí fuera y dar cada paso con más fuerza que el anterior, estoy segura que cada segundo atrapa una casualidad, y dentro de las casualidades hay mucha vida. 

Eso es bonito.


Bonito, igual que aquel día que volví a creer en el amor. Preciosa estampa la de una pareja de ancianos ciegos guiándose el uno al otro en mitad de una calle rebosante de Madrid. Para ellos la multitud no fue problema, ni obstáculo, porque llegaron una y otra vez a su destino sin dirección: el amor.

El arte de la calle,
es el mejor cuadro
disfrutado
por el ser humano.



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