lunes, 23 de junio de 2014

Nos vemos en Roma

Me duele echarte de menos
bueno,
me duele echar de menos tu manera de hacerlo.

Cuando parecía que fueras a acabar de destruirme
me mirabas
débil, con la cara de quien tiene todas las de ganar,
y terminabas de incendiarme.

Y yo, toda Troya
me convertía en la ceniza del cigarro de después
y se me quedaba cara de ruina.

De esas que nadie habita pero que nadie destruye,
de esas que parecen sacadas de un cuento
donde no hay princesas
solo monstruos y quimeras,
y las agujas de las ruecas no son mas que verdes de hierba
a pleno sol en Julio,
capaces de dormirte para siempre
y hacerte perder un día de playa.

Echaré de menos tu forma de hacerme gritar para dentro,
de mirarme como si fueras el dueño del tiempo,
de las prisas que tenían los orgasmos por salir a verte,
del dolor de quien quiere más pero ya ha tenido suficiente.

Echaré de menos esa sensación en los lugares públicos pero desiertos,
la manía de que nos diera igual,
echaré de menos la seguridad de saberte ahí
escondido entre las embestidas,
el yang en el que te convertías después de bajarte los pantalones
la poca humanidad con la que me tratabas.


Me dijiste que no me enamorase de ti, y no lo hice,
pero me enamoré de tu forma de destruirme
con las ansias de quien quiere poco y odia mucho
y tiene todo el tiempo de su parte.

Siempre he sido más de no leer entre líneas
de equivocarme, agachar la cabeza y esperar que nadie se diera cuenta
del error,
de las ganas de volverlo a cometer,
de que fui yo la que lo encontró porque fui yo la que lo busqué.

Echaré de menos tu forma de hacérmelo.
Me paro a respirar a medio camino, tu sigue.

Nos vemos en Roma.


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