lunes, 18 de febrero de 2013

Deportes lascivos

Bailar sobre la cama con unas copas de más siempre fue nuestro deporte de riesgo, pero no teníamos las alas aseguradas, y el colchón se hizo mayor bajo el peso de nuestros años. Partimos el Yin y el Yan, se nos perdió el equilibrio en las noches que salíamos a cazar resentidos. Vaciamos los estuches de infancia y nos pusimos aparentemente serios con bolígrafos de pluma y colores insípidos, aparentemente fuimos uno mas en un lugar de muchos. Pero nosotros sabíamos cual era en realidad nuestro objetivo, beber y bailar, su mala vida componía las bases de la nuestra, nuestros dogmas el Marlboro y el Jack Daniel's, destruir el mundo nuestra obligación, debíamos arrasar, quemar y barrer la ciudad. Fuimos dos parados de la vida, trabajadores de sueños sin salario mínimo, sumisos masocas de los instintos. Contamos con los dedos las razones para permanecer conscientes en un mundo que no despertaba, y nos sobraron dos manos. Seguimos el ritmo del rock y recorrimos la espiral de los excesos sin caernos, nunca llegamos a acabarla por miedo a que después no hubiera nada mejor, no quisimos llegar a la meta porque deseábamos seguir buscando aquello que nos pusiera la carne de gallina, nos convertimos en caníbales de estrellas fugaces, nos fumamos el tiempo, haciendo un submarino en el hoyo que habíamos cavado nosotros mismos. Cuando encontramos la postura perfecta, nos bañamos en cemento, y nos quedamos así, yo con mis brazos rodeando tu cuello, y tu con las manos recorriendo mis bragas, metiéndonos mano para siempre y bajo tierra. Sucios, muertos, lascivos e inamovibles. Vividos enteros seguíamos sin perder el tiempo.

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