lunes, 10 de marzo de 2014

Segundas partes nunca fueron buenas.

Enamorarse por segunda vez
cuando ya habías perdido toda esperanza
debe ser como levantarse del coma
después de un intento de suicidio.

Menuda putada.

La misma mierda otra vez,
con mariposas distintas
y otros ojos a los que mirar con esperanzas de un futuro incierto.

Tener que volver a vivir lo mismo,
la segunda oportunidad,
con otro nombre
o con el mismo, quien sabe.

Como una copa encima de una barra en la que no has bailado,
como que te pidan jugar de repente a escondite,
como un primer orgasmo,
como una primera segunda vez.

La misma ilusión distinta,
ese instinto incontrolable de supervivencia.

Como ver tu cara desde la camilla del hospital,
esperando algo de mi,
las vías clavadas en mis manos,
como si me hubieran crucificado por querer más.

Como cuando en la cama te pido que pares y es lo último que quiero que hagas,
y esos valores que pierdo por la noche y encuentro por la mañana,
tú,
la vitamina B12 después del etílico.

La botella vacía,
la última copa.

El "¿porqué lo hiciste?" después del coma
la explicación que no quiero dar
tú.

Quítame la idea de suicidio de la cabeza.

2 comentarios:

  1. Increíble. Me encanto. Según iba leyendo, sentía el miedo dentro de las venas, sabiendo a ciencia casi cierta que me enamorare por segunda vez y todo de nuevo se vendrá abajo. Gracias por escribir así. No dejes de hacerlo.

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    1. Muchísimas gracias, no sabes como me anima esto a seguir escribiendo.Sin duda me pasaré por tu blog.

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