martes, 1 de abril de 2014

Me declaro naranja a medias, y tan feliz oye.

Cuando más se aprecia la vida
es cuando ves
como se le escapa a alguien a quien quieres.

Anoche mi abuelo me dijo en un sueño:
"No esperes a que te falte el aliento para decir aquello, para lo que ahora, te falta valor".

Al día siguiente comí en su casa,
y cuando iba a decirle que le quería
las palabras que se atropellaban en mi boca quedaron reducidas a un "que tal estás".

Y el manantial que me dio de beber la noche anterior
comenzó su etapa estival,
y de repente me faltaba aliento para todo.

Hasta para sentir,
Y no es que dejase de decir lo que sentía,
sino que simplemente dejé de sentir.

Y sacié mi sed con el alcohol de las heridas,
 y las heridas las dejé sucias.
Llené el vacío de mis piernas con el pecado más carnal.

Me convertí al rock y le recé al roll,
cada mañana una oración,
con un dios distinto en el otro lado de la cama
y el mismo sol en días dispares.

Llegó la primavera, y la lluvia se llevó todo lo malo.

Y volví a sentir,
entonces llegó la lástima,
luego el miedo
y me enamoré de cada uno de mis temores,
me enamoré de estar sola,
me enamoré de no verle.

Me declaré sumisa de las cinco letras de su nombre
y me rebelé contra mi dueño.

Rompí todos los relojes
en todos los días
que me levanté con el pie derecho.

Y luché por el izquierdo.

Por el vértigo de verte al otro lado de la calle,
por la ilusión de un regalo cuando no es navidad,
ni tu cumpleaños...
Por la ilusión de que el regalo sea cerveza.

Por sus pies fríos esperándome en la cama,
sus manos calientes desnudando mis prisas,
por su sexo hundiéndose en mi conciencia
y creando un nuevo concepto de responsabilidad civil.

Por la humanidad de los lunes
y la guerra de los viernes en el bar.
Por el precipicio en el que caigo los domingos
y el dinero que no me gano pero me gasto.

Por su felicidad,
esa extraña que no quiere ser mi amiga,
esa que ya tiene dueña.

Por los monstruos de debajo de mi cama,
que ya son mis amigos.

Por ser feliz pero no con él,
porque sea feliz pero no conmigo.

Es por esto por lo que lucho,
por separarnos
en lo bueno y en lo malo,
en la salud y en la enfermedad,
en la riqueza y en la pobreza,
en la sobriedad, no en la ebriedad,
en la realidad, no en el recuerdo,
hasta que la torta que se dé contra el muro nos una
y el propio muro nos separe.

Me declaro naranja a medias,
y tan feliz oye.

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