domingo, 13 de abril de 2014

Todo sobre mi madre

Me desperté con la sensación de que iba a ser un mal día. Según abrí los ojos pensé en con quién había tenido este sueño, y la idea de haberlo tenido con alguien del pasado no era agradable para mí. En el sueño estábamos un viejo amor y yo en un parque con aire encantador pero ligeramente místico (parece que, en mi inconsciente, incluso los parques esconden algo). Ese parque tenía forma de laberinto pero sin serlo, es decir, sus caminos se retorcían pero con sólo seguirlo se llegaba a la salida. Había flores moradas que olían a cementerio. Mi viejo amor y yo paseábamos; él tenía algo que contarme, pero para ello teníamos que llegar al lugar del parque donde yo me había declarado algunos años atrás. Ese lugar era un nido de arañas. Desperté sin saber qué quería decirme, aunque podía intuirlo.
Si tuviese que describir en una palabra a mi madre usaría la palabra depresiva. No hay adjetivo que le describa mejor. Su cabeza me da miedo, terror. Pánico. Lo que hay dentro no es un misterio, es más, cualquiera podría adivinarlo. Pero nadie quiere hacerlo, todos prefieren ignorarlo. Mi problema es que yo no quería ignorarlo, yo no quería ignorar nada. Tenía ansias de saber, de indagar, de estar en su cabeza. En la cabeza de todos. Y tiene sus repercusiones.
El día no fue tan malo como pensé recién desperté, pero sí que fue un mal día. Pero claro, estamos en primavera, y al fin y al cabo la primavera es una estación más triste incluso que el invierno. De hecho, la primavera es la estación más triste.

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