Se ha quedado el invierno instalado en mis huesos -como un okupa al que la policía no hace más que tocarle los huevos- y la calefacción sigue apagada. Nadie se digna a abrazarme.
Ayer había un cartel gigante en el que ponía es primavera.
Yo que a diferencia de los poetas de verdad odio abril, me parece un mes de lo más impertinente, y son argumentos de los cuales os costaría conocer. Y dicen por ahí que luchas contra tu enemigo o te unes a él, entonces claro empecé a descorchar manías dejando una gran barra libre de insatifacción. -comed y bebed todos de mí. Luego las ordené por prioridades, así se sitúo el pasado delante del futuro, algún que otro vicio. Son muchos. No había espacio suficiente para el presente y derrame su esencia por la ventana, se tiró y se mató. qué descanse en guerra.
Así que tengo un presente sin esencia por alguna guerra bajo trincheras,
un pasado consistente, eterno, pero intocable,
y un futuro rodeado de vicios.
Quizás estás por ahí.
Mi corazón de piedra, no dejas de tallarlo, y claro, conozco demasiado el daño. En esta piedra está tu inicial tachada con una flecha que acentúa una palabra, pero no se entiende, quizá iba borracha o quizá jugaba a ser niña.
Me dijiste que volaríamos juntos,
y en ese mismo instante apretaste el detonador.
Sí, volamos, pero echos pedazos.
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