Llovía sin parar, sin que el agua me limpiase los pensamientos, que cada día parecían estar más sucios
El viento me llevaba más allá de lo que quería, por un camino que no me servía de guía y jugaba a despeinarme como no lo hacía la cama.
Y entre tormentas y tempestades, entre días de sol más fríos que el hielo, y días de invierno con calores veraniegos,
decidimos estar locos.
Decidimos, una noche, que éramos invencibles, como dice la canción.
Y creímos en la locura, a pesar de lo que los cuerdos digan.
Creímos, como un cristiano en Dios.
Creímos en ti, y en mí.
En nosotros.
Creímos y creamos.
Empezamos a mezclarnos, como el azúcar en el café
Empezamos a endulzarnos la vida.
Y la verdad, es que me sabe mejor que cualquier desayuno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario