En el ultimo chupito del primer bar que pisé encontré
un nuevo género literario,
llamado
noches de cerveza ficción con la biografía de mi vida,
que comenzó aquella
noche que dejaría de fumar porque no te gustan las chicas cenicero.
Y calada tras calada decidí que mi vicio valía más que tú,
luego me vicié por ti y todo empeoró.
Nunca fui de las que sonreían porque sí hasta que me enamoré
del hecho de que no me había enamorado,
y me di cuenta que no había relación
más bonita que la que tenía con la vida y con las ganas de morir de vieja y no
de viciosa.
Pero siempre fui más de cálculo hedonista que de contar los
días que me quedaban de vida con números reales y no placeres semanales.
Así
que también me enamoré de las circunstancias que me impedirían dejar de fumar,
porque ellas me entendían mejor que nadie y no me dejarían estar contigo,
lo
cual era también para enamorarse, porque
los amores más bonitos son los que no ocurren, así no tienen tiempo de
estropearse y consumirse,
como mi cigarro.
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