Te debo tantas cosas que empezaría por llevarte a todos los mares de las ciudades, pero vaya, creo que ni Sevilla, ni París tienen playa. Esa era nuestra magia, encontrar aquello salado y aún más extraño. También iremos a montarnos en todas las zarigüellas del planeta, y correremos tras ellas, tenemos mucho tiempo todavía en este velero, que a pesar de quedarse pequeño, los barcos nos parecen exhaustos.
Graciosas las batallas en medio de algún mar muerto, porque serán de mí contra mí y de ti contra ti. Después imagino que naufragaremos hasta que nos cansemos, pero a todo aquel peregrino que se cruce por nuestro camino habrá que operarle la verdad, porque la real es demasiado fea. Engañaremos con números, con metales y con esperanzas irreales. Porque no hay mejor aventura que el sol nos derrita, que el frío nos congele y que al leer esto entiendas que las segundas hacen sombras a las primeras.
Que mi querer es grande, pero no más que tú.
Gracias por los mil barcos que has disparado para que yo no me hundiera, tus cañones me han salvado la vida tanto que me costaría afrontarlo. Y esta alma pirata, tan espantosa como barata. Tan igual pero diferente. Tan real pero con matices dramáticos y melancólicos.
Solo nos queda caer y disfrutar de la caída Mientras todos chillan, nuestros gritos dejarán una rima que ni un verso del poeta más travieso.
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