lunes, 29 de abril de 2013

Per-versos

Me pase media vida confundiendo el acero con la plata. Y así me iba, creyendo que cualquier día conseguiría vivir sin fantasmas.

En mis maravillas vivían tres fantasmas, pero ni eran negro y tampoco daban miedo. Un día que se aburrían decidieron hacer una de las suyas: me escondieron la felicidad.

El primero y más granuja, pensó en meterla en alguna canción, pero los otros dos le dijeron que no, que cualquier día acabaría por oírla y la encontraría. El segundo y más cabrón, pensó que podría ser buen lugar la funda de la guitarra del cantante más mediocre que pasará, aunque otra vez los otros dos se negaron, aludiendo que me las apañaría para conocerle, entre excusas y sonrisas en alguna carretera aparecería. Entonces el tercer fantasma y más canalla, pensó durante horas, hasta que le llegó la lucidez. Éste les dijo a  que la esconderían dentro de mí, en lo más profundo de mi ser y que me pasaría toda la vida escuchando canciones y buscando la funda de la guitarra más usada sin saber que no más allá de mi piel, mi felicidad se encontraba.

Y claro, salí tanto para encontrarla que cuando volví se largó creyendo que no la esperaba, la busque por cada reverso de mi piel, por cada peripecia de mis venas... pero debe de ser que hay poca luz y siempre me escapa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario