sábado, 8 de febrero de 2014

Febrero, vaya mes tan poco poético.

Escribir poesía es fácil,
lo verdaderamente difícil es vivirla.





Vivo en una calle con esquinas,
y un parque donde los jóvenes 
pasan, 
además de cosas jodidas.

Llego a casa, 
como una transeúnte,
mirando miradas vacías
en metros rebosantes.

Espero y vuelvo, 
vuelvo y espero,
el orden de factores no altera el producto;
solía decir el borracho cuando en su primera cerveza llamaba a todas las damas Princesa.

Odio las prisas,
sin embargo,
me pasó la vida en la velocidad de un segundo: demasiado rápido.

Escucho silencios en cada grito,
gritos en sonrisas,
sonrisas que después de cada jornada
son silencios en camas solitarias.

Estudio sabiendo que jamás
me impartirán una clase
de qué hacer cuando ves como alguien llora, en cambio, me enseñan mil fórmulas de cosas abstractas que a nadie van a solucionar.

Creo que nunca he creído 
en muchas cosas,
hasta que un día vi
que el amor es un sustantivo
convertido en verbo 
cuando alguien te da un verso, 
digo beso.



No hay comentarios:

Publicar un comentario