Voy a contar como resurgí de las ruinas:
Fue cualquier tarde de primavera, eso seguro. Sin que nadie me tuviera, soy como los objetos perdidos, nadie conoce mi paradero y tampoco tengo dueño. Aquella tarde me convencieron de que los espejos no hacen daño y que son apáticos.
que el miedo es controlable, pero a pequeñas dosis; que mirar el anden un día de huelga es celebrar tu propia derrota si pierdes el metro. que la gente vive mintiendo, que si que el tabaco el maligno, y que Elvis sigue vivo.
Realidades poco buenas para experimentar un llorera. Y que odiamos la lluvia, porque no tenemos a nadie con quien compartirla, con quien bailarla debajo, y a quien salpicarle los charcos.
Esperar una llamada. cualquiera que no sea un puto whatsapp.
Tampoco es una vida eficaz, más bien es una mierda, y busco motivaciones en algún amor, alguna droga o qué se yo.
Yo nunca sé nada, y así estoy.
escribiendo que es lo único que realmente tengo:
mis palabras.
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